miércoles, 9 de mayo de 2012

TECNOLOGÍA Y PERIODISMO DE  CULTURA

El aroma del café en las mañanas despierta en mí el viejo ritual del desayuno en cualquier lugar del micro centro. Allí dónde al entrar no se pueden distinguir los rostros porque todos están detrás de las hojas de los matutinos. La mesa libre no tiene un ejemplar y mi mirada se posa en cada una buscando aunque sea una parte del diario. Y reflexiono que con el paso del tiempo aún hoy el rito permanece inmortal.
Si bien el papel impreso ha sido reemplazado por la notebook o el blacberry, algo no cambia: todos quieren estar informados a primera hora del día.
Muchas veces, so pena de las miradas interrogativas, he buceado en los demás tratando de dilucidar qué es lo primero que leen. El interés de cada individuo pasa primero por aquello que le compete directamente. Después la primera plana y el rápido recorrido por todas las páginas y de vuelta a la noticia del día,  que puede estar en cualquier sección, incluso la cultural.
Una determinada franja etaria sigue fiel al contacto con el impreso, quizás es el aroma de la tinta o la tangibilidad de lo inmaterial la causa del apego, quizás es la costumbre, quizás el debate in situ, quizás la resistencia a la nuevos métodos. Hay otros “quizás” y una sola verdad: café y noticias es un culto muy difícil de reemplazar y la tecnología portátil ha contribuido para ello, porque permite el acceso a otras franjas etarias, sobre todo para los periodistas, ya que es imprescindible estar “al día” con los últimos acontecimientos locales, nacionales e internacionales.
Las noticias de la jornada quedan reflejadas desde múltiples puntos de vistas, según donde se lea y es ahí cuando el avance tecnológico viene a resultar imperioso. ¿Cuál es la realidad? ¿Quién tiene la verdad? Estos interrogantes no pueden a ciencia cierta ser respondidos diariamente, pues es la continuidad en el seguimiento de cualquier tema (que fue noticia) lo que conlleva a algo más cercano a lo real. En la actualidad ese rastreo puede llevarse a cabo en determinados asuntos, dado la diversidad de noticias expuestas y teniendo en cuenta cuál es la arista más tratada por los medios. Yo periodista si deseo llegar a fondo debo investigar, sondear todos los ángulos posibles, documentar, entrevistar y arribar a conclusiones revelables. Hay un público para cada contenido y esto hace posible que el periodismo se diversifique y cada medio le da mayor o menor relevancia a aquello que le permita mantener sus intereses a salvo.
¿Y qué pasa con el periodismo de cultura?  La sociedad actual, aunque tiene a su alcance una vasta gama de obras de arte ( en todas sus expresiones), no siempre las encontrará publicadas en todos los medios de comunicación, a excepción de los estrenos cinematográficos y de las visitas de muy famosos artistas foráneos. Y es en esta cuestión donde la tecnología ha venido a contribuir magníficamente para lograr que todos los públicos tomen conocimiento de la “movida cultural” local.
El buen uso de los avances tecnológicos permite llegar a todos los públicos, sin distinción de franjas etarias, niveles económicos o intelectuales.
La publicidad onerosa va a la vanguardia cuando un productor (persona física o jurídica) organiza un evento local, nacional o internacional porque se promociona en todos los medios de comunicación. El evento es vox populi y aún así a veces por distintas razones el espectáculo no dejó los dividendos esperados, ese es otro tema. ¿Y los espectáculos organizados sin posibilidad de publicidad prepaga? Tienen la posibilidad de publicarse en todo el mosaico de vías de comunicación existentes, gracias a la moderna tecnología: e-mails, páginas web, blogs, agendas culturales públicas y privadas (impresas y on line) links y todo lo que el avance en técnicas de la comunicación permite.
El crítico de Arte tiene a su alcance "todo" con solo sentarse frente a su PC y eso es valiosísimo en este presente de cultura globalizada, porque permite no solo la investigación previa a la opinión, sino también el análisis del contexto en el cual se produce un estreno en cualquiera de sus áreas.
Desde la objetividad, sin la exploración de la realidad circundante en la cual una obra de arte surge (en todas sus manifestaciones), no hay interpretación correcta y por lo tanto opinión basada en la veracidad de los hechos. Si me gusta o no esa  obra de arte es desde mi subjetividad.
Como periodista cultural, soy el puente entre el hacedor y las personas que tienen la posibilidad de contactarse con la obra, por lo tanto los requisitos excluyentes de tal especialización deben estar presentes antes de emitir una opinión. Es cuestión de ética y de solidaridad.
Hoy toda expresión es arte, aún cuando no se encuadre en las clasificaciones tradicionales, por lo tanto es necesario pararse frente a un trabajo cultural con una mirada “globalizada” acorde a los nuevos tiempos y reconociendo al artista (en su manera de enunciar cómo ve y siente sus vivencias en este mundo) a través de su obra.
En el pasado me conformaba con el ritual diario del brebaje único y las hojas de papel recién salidas, hoy transcurren mis horas en el ciclo de la cyber cultura, hoy es tiempo de “aprender” y de “aprehender”, hoy es el turno de la autocrítica.
Para el futuro mi quimera es ensamblar en el modelo de Montesquieu:
“El hombre de talento es naturalmente inclinado a la crítica, porque ve más cosas que los otros hombres y las ve mejor”
SARA ROMANO SOSA
 

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