El ideal de Periodismo Cultural
“A veces, un
modesto periodista (el crítico) es capaz de advertir la presencia de un
creador”.
Ernesto Sábato.
Suele adjetivarse a algo o
alguien de modo peyorativo (aunque esperanzador) como “diamante en bruto”,
asociándolo a esta roca en el estado previo a su pulido y facetado. Sin
embargo, a pesar de considerarme un “diamante en bruto” en esta especialidad
del periodismo cultural, creo que por el contrario de lo que ocurre en la
realidad con este material de información, en esta instancia soy capaz de
reflejar de modo veraz y puro los acontecimientos culturales que me rodean.
Realizo esta metáfora auto-referencial no en cuanto a la
calidad real (a pesar de mis mejores intenciones) o sobre el tiempo que llevo
escribiendo sobre el tema sino en cuanto a beneficios potenciales para expresar lo que “idealmente” debería ser la labor de
un periodista o crítico de artes y espectáculos. Nunca hay que perder de vista,
e intentaré recordarlo una y otra vez, que la función primordial es la de servir de vaso comunicante a la sociedad
(ya sea al público en general o como canal entre la obra de arte/ espectáculo y
el observador). Esta función muchas
veces se ve opacada por vicios adquiridos con el tiempo. Suelen destacarse y
reconocerse en valores a los comunicadores que se mantienen fieles con el
tiempo a este rol. Ellos a menudo son objeto
de todo tipo de cuestionamientos
y presiones endógenas y exógenas: por parte de los medios para los que
trabajan, de los artistas en cuestión y obviamente, de lo que dicta el mercado.
Frecuentemente se caracteriza ( o caricaturiza) al
periodista cultural como a una persona desafortunada que solo puede hablar de
otros, o como un artista frustrado que descarga su ira con el que sabe o puede
escribir, actuar, dibujar, cantar, etc. Sin embargo, esta disciplina es una creación
propiamente dicha. Se debe tener en
cuenta que si se dejase que las empresas
productoras que más facturan, el estado o la común alianza entre ambos (en este
mundo globalizado) quisieran dar un mensaje con un interés concreto y no
existiese alguien objetivo, auténtico y coherente que tamizase lo que se dice y
cómo se dice, sería verdaderamente fácil ejercer influencia sobre la sociedad.
Por ende, el periodista de arte genera consciencia crítica.
Es más, el periodista al formarse y tener experiencia en
el rubro cultural realiza aportes vivenciales y de conocimientos que crean una conformación
más completa de la percepción de la obra propiamente dicha. Por momentos posee
un rol contextualizante y pedagógico (aunque este no es su rol principal),
motivando al espectador a indagar sobre temas conexos. En otros casos, el
periodista también orienta a un público conocedor sobre las posibilidades
recreativas en una realidad geográfica, histórica y social. En estas circunstancias
muchas veces revaloriza al hecho artístico propiamente dicho que se ve defenestrado por la incomprensión, y en
el peor de los casos, por intereses. Según palabras del mismísimo Vassily Kandinsky:
“Toda creación de arte es gestada por su tiempo y, muchas veces, gesta nuestras
propias sensaciones”. Es muy importante que en épocas de frenéticos cambios, el
espectador y el objeto de arte estén alineados mutuamente. Es en ese proceso de
retroalimentación que aparece el periodismo de arte.
De todos modos, quisiera hacer hincapié en la situación de
sincretismo cultural y globalización que está viviendo el mundo. En la
actualidad, las innovaciones van mano a mano con la tecnología y aparecen y
decaen a velocidad luz. De mismo modo, la cultura obscenamente mediática y
mercantilista envuelve y atraviesa el valor de lo simbólico y de las
expresiones artísticas. Por ende, este doble valor económico-simbólico de la
mercancía cultural hace dificultosa la problemática de valorización, análisis y
evaluación del producto de las industrias culturales. Bajo estas circunstancias
la diversidad cultural y el pluralismo informativo constituyen factores de
calidad y eficiencia no siempre garantizadas debido a los vicios antes
mencionados.
En definitiva, ese rol de servicio social que considero
debería ser idealmente el rol de un periodista cultural es el que movilizó a los miembros CriticArte, con
la ayuda de la profesora y Lic. Marcela Madeo, a crear su
propio blog. Como mencionamos, “Buscamos generar un espacio de debate,
encuentro, difusión y expresión desde la crítica de artes y espectáculos”. La
mayoría de los miembros de este grupo poseen su experiencia y trayectoria en el
área, pero la idea es siempre genuina y desde mi perspectiva, comenzamos este
proyecto como recordatorio y punto de encuentro para un periodismo de arte
democratizador y de un perfeccionamiento como comunicadores objetivos y
coherentes de la realidad.
Por Jimena Irupe Vivas
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