miércoles, 9 de mayo de 2012

El ideal de Periodismo Cultural



 “A veces, un modesto periodista (el crítico) es capaz de advertir la presencia de un creador”.
Ernesto Sábato.

 Suele adjetivarse a algo o alguien de modo peyorativo (aunque esperanzador) como “diamante en bruto”, asociándolo a esta roca en el estado previo a su pulido y facetado. Sin embargo, a pesar de considerarme un “diamante en bruto” en esta especialidad del periodismo cultural, creo que por el contrario de lo que ocurre en la realidad con este material de información, en esta instancia soy capaz de reflejar de modo veraz y puro los acontecimientos culturales que me rodean.

Realizo esta metáfora auto-referencial no en cuanto a la calidad real (a pesar de mis mejores intenciones) o sobre el tiempo que llevo escribiendo sobre el tema sino en cuanto a  beneficios potenciales para expresar  lo que “idealmente” debería ser la labor de un periodista o crítico de artes y espectáculos. Nunca hay que perder de vista, e intentaré recordarlo una y otra vez, que la función primordial es la de servir de vaso comunicante a la sociedad (ya sea al público en general o como canal entre la obra de arte/ espectáculo y el observador).  Esta función muchas veces se ve opacada por vicios adquiridos con el tiempo. Suelen destacarse y reconocerse en valores a los comunicadores que se mantienen fieles con el tiempo a este rol. Ellos a menudo son objeto  de  todo tipo de cuestionamientos y presiones endógenas y exógenas: por parte de los medios para los que trabajan, de los artistas en cuestión y obviamente, de lo que dicta el mercado.  
Frecuentemente se caracteriza ( o caricaturiza) al periodista cultural como a una persona desafortunada que solo puede hablar de otros, o como un artista frustrado que descarga su ira con el que sabe o puede escribir, actuar, dibujar, cantar, etc. Sin embargo, esta disciplina es una creación  propiamente dicha. Se debe tener en cuenta que si se  dejase que las empresas productoras que más facturan, el estado o la común alianza entre ambos (en este mundo globalizado) quisieran dar un mensaje con un interés concreto y no existiese alguien objetivo, auténtico y coherente que tamizase lo que se dice y cómo se dice, sería verdaderamente fácil ejercer influencia sobre la sociedad. Por ende, el periodista de arte genera consciencia crítica.
Es más, el periodista al formarse y tener experiencia en el rubro cultural realiza aportes vivenciales y de conocimientos que crean una conformación más completa de la percepción de la obra propiamente dicha. Por momentos posee un rol contextualizante y pedagógico (aunque este no es su rol principal), motivando al espectador a indagar sobre temas conexos. En otros casos, el periodista también orienta a un público conocedor sobre las posibilidades recreativas en una realidad geográfica, histórica y social. En estas circunstancias muchas veces revaloriza al hecho artístico propiamente dicho que  se ve defenestrado por la incomprensión, y en el peor de los casos, por intereses. Según palabras del mismísimo Vassily Kandinsky: “Toda creación de arte es gestada por su tiempo y, muchas veces, gesta nuestras propias sensaciones”. Es muy importante que en épocas de frenéticos cambios, el espectador y el objeto de arte estén alineados mutuamente. Es en ese proceso de retroalimentación que aparece el periodismo de arte.
De todos modos, quisiera hacer hincapié en la situación de sincretismo cultural y globalización que está viviendo el mundo. En la actualidad, las innovaciones van mano a mano con la tecnología y aparecen y decaen a velocidad luz. De mismo modo, la cultura obscenamente mediática y mercantilista envuelve y atraviesa el valor de lo simbólico y de las expresiones artísticas. Por ende, este doble valor económico-simbólico de la mercancía cultural hace dificultosa la problemática de valorización, análisis y evaluación del producto de las industrias culturales. Bajo estas circunstancias la diversidad cultural y el pluralismo informativo constituyen factores de calidad y eficiencia no siempre garantizadas debido a los vicios antes mencionados.
En definitiva, ese rol de servicio social que considero debería ser idealmente el rol de un periodista cultural es el que movilizó a los miembros CriticArte, con la ayuda de la profesora y Lic. Marcela Madeo, a crear su propio blog. Como mencionamos,  Buscamos generar un espacio de debate, encuentro, difusión y expresión desde la crítica de artes y espectáculos”. La mayoría de los miembros de este grupo poseen su experiencia y trayectoria en el área, pero la idea es siempre genuina y desde mi perspectiva, comenzamos este proyecto como recordatorio y punto de encuentro para un periodismo de arte democratizador y de un perfeccionamiento como comunicadores objetivos y coherentes de la realidad. 

Por Jimena Irupe Vivas




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