Ginger y Fred, tiempos danzantes
Vestuario: Bruno Lenzi Danilo Donati Luigi Urbani, Rosanna Andres
Por Jimena Irupé Vivas
Ginger y Fred es
una sátira a la TV italiana y, paradójicamente,
un homenaje a los musicales de Hollywood. Este film lleva a un punto álgido la visión nostálgica del pasado
al contraponerla a la brutalidad, tosquedad, indiferencia y exitismo de la
sociedad de masas contemporáneas. Pese a sus ya 30 desde su estreno, Ginger y Fred transmite sensaciones aún
vigentes; emociones que el mismísimo Federico Fellini sintió al final de su
carrera artística al comentar que ´´ este convertir lo humano en espectáculo
gratuito es lo característico de la
televisión´´.
La película narra la historia de
dos artistas retirados, seres ya olvidados por la sociedad actual debido a su
falta de vigencia por las demandas imperantes, quienes se reúnen luego de
varios años para presentarse en un programa especial televisivo de Navidad.
Amelia es una dedicada
bailarina, quien sueña ingenuamente con lucirse en las pistas de la TV como en
los años de gloria, junto a su adorado compañero Pippo. Sin embargo, ella se ve
traspasada constantemente por rayos penetrantes de desilusión del ´´circo´´ que
alimenta a los espectadores con el fin de ocultar la cruda realidad en la que
vivimos. Pippo, en cambio, se moviliza por intereses económicos y por el deseo de
volver a bailar con la mujer que siempre ha querido en secreto.
Pipo es un personaje golpeado por la crudeza de esa realidad decadente. Sin
embargo, a pesar de tanta desilusión, logran dar el adiós definitivo como
siempre lo hicieron: juntos, leales y
sobre todo, con dignidad. Su actitud contrasta enfáticamente con el
entorno en el que se mueven.
La estética utilizada por
Fellini conlleva constantemente estos cambios de ambiente. El ruido que aturde,
los colores vibrantes (principalmente el rojo furioso), espejos, cristales,
luces, brillos, maquillajes y peinados exóticos y líneas geométricas acompañan
la mixtura bizarra, grotesca y kitsch que son aspectos absurdos que conviven
con nuestra realidad. Ginger y Fred, y este caso más específico, los actores
Marcelo Mastroianni y en particular Giulietta Masina, se lucen con un aura
conmovedora del último adiós tanto ficticio como real. Ambos están
representados con tonos nobles, como el bordeaux y el cuadrillé o estampado
blanco y negro…remembranza quizás de las antiguas fotografías sepias o blanco y
negro: Nostalgia pura de otros tiempos, siempre con un claqué de fondo que
luego culmina con la danza ´´Cheak to cheak´´.
Federico Fellini, al no poder despegarse nunca de su pasado
caricaturesco, en vez de recluirse en la desesperación baila estoicamente en
este film que roza lo metafóricamente autobiográfico. La deformación y exageración
que puede ser entendida como un espejo de la condición humana y la cual nos
define como seres únicos, más allá de afectar la sensibilidad de seres puros y
creativos como el mismísimo Fellini, nos demuestran que en esta vida no hay
mucho que entender o cuestionar. El circo siempre existió y seguirá existiendo.
Sólo hay que vivir y bailar dignamente, bailar con honor hasta el final en lo
posible, como Ginger y Fred lo supieron hacer.
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