jueves, 10 de mayo de 2012

Crítica de la película El inquilino

EL INQUILINO
FICHA TÉCNICA:
Título original: The tenant
Año: 1976
Director: Roman Polansky
Guión: Roman Polansky y Gérard Brach (Basado en la novela de RolandTopor)

Música: Philippe Sarde
Fotografía: Sven Nykvist
Reparto: Roman Polansky, Isabelle Adjani, Shelley Winters, Melvyn Douglas, Jo Van Fleet, Bernard Fresson, Lila Kedrova y Claude Dauphin.



Ten cuidado con lo que deseas porque lo puedes conseguir

Por María Julieta Escayola
     El inquilino retoma la apuesta de Polansky para reflejar su constante inquietud sobre la asfixia existencial. Ambientes oscuros, deprimentes y claustrofóbicos se desenvuelven a lo largo de esta película en donde prima lo psicológico por sobre lo real. Es más, la realidad ya no es tan nítida para el espectador.
     La dirección de arte es acertada en este sentido. Con ella se pretende describir la decadencia de una ciudad cosmopolita. Los detalles abundan. Viejos muebles que esconden ¿secretos?, alfombras mugrosas y una pileta de cocina que en cualquier momento se rompe. La escalera demuestra que todo es complicado y no hay facilidad de subir por algún ascensor. El retrete inspira a la locura. Y la entrada es lúgubre. Este edificio contrasta con los restantes, donde viven los otros personajesen ambientes iluminados y cómodos. El juego de espejos nos da la sensación de que todo el tiempo están mirándolo. A él. O a ella.
     La música acompaña a todo el proceso de transformación y de alucinaciones. Crea suspenso que nos lleva a observar el cambio paulatino en gustos e intereses del personaje principal. En algunas escenas el silencio es parte. Y paradójicamente, los habitantes están reclamando silencio. 
     El tratamiento que Polansky le da a los vecinos ya lo había hecho en El Bebé de Rosemary. La presencia de la encargada del edificio y de su perro es ya una indicación que algo andará mal. Se plantea si quien vive cerca de nosotros es digno de confianza o no. Y la respuesta no tarda en llegar de la mano de gente antipática, discriminadorae intolerante. Lejos de ayudar al nuevo inquilino, se lo altera. Esta sensación de soledad y de gobierno del terror va in crescendo hasta desencadenar la tragedia.
     El desarrollo del guión oscila entre la temática de la culpa (depender de una muerte para vivir en el supuesto lugar soñado) y una paranoia exacerbada. Entre una actitud tímida ante la vida y una desafiante (queda la duda si existe un problema con el alcoholismo). Los miedos nos presentan una visión alienante. Las características sectarias del grupo humano que vive allí se incrementan ante la mirada del personaje principal. Todo se desarrolla en esa vacilación que termina en la pérdida absoluta de la identidad. Es más, es en unasecuencia donde el protagonista se pregunta “¿En qué preciso momento un hombre deja de ser quien es?”
     La mirada del otro despreciativa y desacreditadora puede aturdir hasta al más cuerdo. Uno se pregunta si con El inquilino Polansky ha querido mostrar su más cruda verdad, la de su propia vida. Como si el alter ego de Polansky fuera el propio-a inquilino-a.
     Por esto, podemos afirmar que la resolución actoral de Polansky hace dudar si es mejor como realizador que como actor. Aunque al final uno decide que lo extrañaríamos sino fuera más director. M.J.E.

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