Reconociendo
y asumiendo nuestra realidad podemos desarrollar un periodismo de artes y
espectáculos que nos enriquezca en temas culturales, para poder construir
juicios y una mirada sobre la realidad de
manera crítica.
Parecería
ser que se confunde la palabra espectáculo, porque al hablar de ella se piensa
que entra toda la gama de los géneros más superfluos como lo son los reality
shows, las telenovelas, entre otros. Esto se debe a que los medios de
comunicación de masas le dan una importancia preponderante a los espectáculos
más banales, y sus críticas por ende siempre son favorecedoras debido al
“ranking” por ejemplo, estadística con peso elevado porque indica quienes y
cuántos siguen tal espectáculo.
Y
sí, quiero ser optimista y pensar que con la cantidad de herramientas
comunicacionales que contamos se puede hacer algo, porque lo que se tiene que
poner en duda es la utilidad que se le da a cada herramienta y las condiciones que tienen que tener en cuenta los profesionales en periodismo para que se de
un Periodismo de calidad, donde reine la libertad de expresión y por ende la
infinitud de miradas sobre un mismo tema.
Siguiendo
a Barbero “en estos momentos ya no
podemos dejar de reconocer que estamos insertos en el mercado mundial. El modo
como hemos sido insertos en el mercado mundial. El modo como hemos sido
incluídos-excluídos a nuestra peculiaridad, es la manera como históricamente se
han producido nuestras políticas, nuestras instituciones. Esto ya es algo
inalterable y no podemos echarnos atrás o refugiarnos en un sitio que no haya
sido tocado o penetrado. Aunque nos pese y por más rabia que nos de, estamos en
este espacio mundial de esta manera, y eso constituye ya parte de nuestro ser y
de nuestro hacer. El problema ya no es decir si nos integramos o no, sino cómo
hacemos para integrarnos de una manera que no nos destruya, pero sí que nos
transforme”.[1]
Entonces
tenemos que pensar qué es lo que podemos ofrecer, y la respuesta está en que
tenemos que ser abiertos a la hora de generar conocimiento, y nuestras
conclusiones tienen que dejar abierto el espacio para reflexionar y pensar para
que cada uno asuma la posición que desee sin imposiciones, porque al fin de
cuentas, vivimos en un país democrático donde podemos acceder gratuitamente a
la red y plasmar nuestros conocimientos, como nos ofrece Internet. Existen
actualmente grupos sociales que hacen un uso útil de los escenarios mediáticos
para reclamar, influir y posicionarse en diferentes aspectos de la vida social.
Fomentando estas actividades se logrará que nosotros decidamos nuestro propio
destino, sin influencia externa y sin presiones internas, dando a conocer y
asumir así nuestra propia identidad latinoamericana de poder pensarnos por
nosotros mismos y aceptando las diferentes miradas sobre un mismo hecho. Porque
al fin y al cabo la realidad es múltiple y el objeto de estudio tiene que abordarse
interdisciplinariamente, dejando atrás el reduccionismo, el pensamiento único y
la admiración a los otros, porque nosotros tenemos nuestra propia cultura,
nuestra propia identidad que es demasiado rica y valiosa como para que la
transformen en mera copia.
El
periodista debe reconocer, investigar sobre el tema a tratar
interdisplinariamente y amar lo que hace porque si no ama no profundiza. Y sin
profundización no hay conocimiento. Y termino esta breve reflexión parafraseando a Bachelard en cuanto expresa que el conocimiento se estanca en las respuestas
y que todo conocimiento evoluciona con las preguntas; así es como debe terminar
el trabajo del periodista de artes y espectáculos, invitándonos a la reflexión
y ofreciéndonos las herramientas necesarias
para poder construir nuestra propia opinión sobre un determinado tema. La
posibilidad de elegir existe así que tenemos que ser críticos al elegirlas y
ofrecerlas. El Periodismo es un servicio y como todo servicio mientras más
completo, más calidad y mejor atención que ofrezca, más radiante estará el
público, la sociedad y ellos mismos.
Por Amina Bittar
[1] Martín Barbero, Jesús, Pretextos: conversaciones sobre
la comunicación y sus contextos, Cali, Universidad del Valle, 1995, pp. 18.
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