domingo, 16 de septiembre de 2012

La música inconformista de las sirenas

Por Maximiliano Neila
Contar una historia a partir del “cut up” consciente de cinco obras clásicas impone un brioso desafío. Por dos motivos. Primero, el recorte tendrá que ser preciso para que el relato no pierda inteligibilidad y, en segunda instancia, deberá evitar caer en desvaríos que hagan que la obra disipe el trazo del eje temático. Así, la construcción del texto dramático resulta vital. El riesgo lo asume Roberto Aguirre (Director General) que, amparado en las posibilidades de la “Dramaturgia de director”, organiza la representación en torno a una tensión sin treguas. Un loable acierto para conquistar al espectador curioso y para estructurar los actos dotándolos de excitación y consistencia.
El drama de Querer a las hermanas se organiza en seis escenas. Arranca con un prólogo que anticipa y fija el abordaje de la puesta. Luego se suceden las adaptaciones y reinterpretaciones de Antígona de Sófocles, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca,  El malentendido de Albert Camus, Las criadas de Jean Genet y Las tres hermanas de Anton Chéjov.
Cinco historias de diferentes épocas (traspasadas por la insatisfacción y el sufrimiento) transcurren y se entrelazan con la musicalidad que emanan los cuerpos y la manipulación de objetos cotidianos. Estamos ante una fábula en la que el sonido es el vehículo para contar las penurias de un colectivo humano, que se retuerce y aguanta para que el futuro traiga alegría. La música, entonces, constituye el puente expresivo que descomprime los pasajes de lenguaje poético; refuerza palabras lanzadas al aire como un eco; susurra melodías que armonizan las transiciones entre actuación y actuación; y marca el compás de lo dicho empleando diversidad de recursos de percusión (chasquidos, zapateos, golpes, abanicos).
En este cuidadoso tratamiento del recurso musical reside el valor del trabajo actoral del elenco: Ven que te tiente teatro. Sus pies, sus manos, sus gargantas están al servicio del recorte textual; dotándolo de “representabilidad” e intriga. Las diferentes caracterizaciones encarnadas por siete mujeres y hermanas que nunca abandonan la escena, permiten entrever fidedignamente vínculos fraternales disímiles, complejos, aislacionistas, desencontrados. Retratan, con un estilo interpretativo convincente, unos personajes realistas, que en distintas épocas y contextos, cuestionan su papel individual y social; la opresión y la liberación; el placer y el dolor.
Si bien los personajes son creados a partir de una existencia real, la estética de la puesta va en otra dirección: el estilo teatral de Berthold Brecht. Así, el montaje integra  componentes estéticos e ideológicos promoviendo la conciencia crítica, tanto de actores como de espectadores. Esta crítica social persigue una meta clara: el cambio social que se evidencia en el último tramo de la obra, cuando las actrices cantan Agua de Rosas de la mexicana Lila Downs.
A partir de lo expuesto, vemos que el intento de reinterpretar fragmentos de poéticas disímiles, que a priori podrían resultar inconexos e inconducentes, cuajan con solidez; demostrando que lo dicho y lo mostrado viajan juntos y no desequilibradamente contrapuestos.


Ficha Técnica
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Título: Querer a las hermanas
Dramaturgia: Ven que te tiente teatro
Dirección General: Roberto Aguirre.
Actúan: Nelia Bora, Margarita Cubillos, Betsabé Quintero, Laura Rodriguez, Elencha Schnell, Julia Stern
Actor invitado: Godo
Entrenamiento vocal: Julia Stern
Entrenamiento actoral y asistencia coreográfica: Santiago Borremans y Federico Pérez Gelardi
Escenografía: Ven que te tiente teatro
Plástica mobiliario: Carlos Escoriza
Realización vestuario: Pablo Mancilla
Maquillaje: Diana Sotelo
Diseño Gráfico: Juan Antonietti
Fotografía: Federico Pérez Gelardi
Responsable técnico: Neolia Torres
Equipo de gestión y producción: Ana Pistone y Laura Rodriguez.


sinospsis
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Primer acto: (Prólogo) Godo oficia de presentador-explicador entre sutiles pasos coreográficos.
Actos dos: (Antígona de Sófocles) dos hermanas estalagmitas pasan la noche en vela confrontando entre la vida y la muerte.
Tercer episodio: (La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca) la envidia y el odio conviven centrípetamente en el interior de una casa habitada solamente por mujeres: una madre y cinco hijas.
Acto cuatro: (El malentendido de Albert Camus) una mujer-hielo, inconmovible, absolutamente sola, resiste los embates de su cuñada y su madre con un fluido de argumentos provenientes de un alma vacía.
Quinta escena: (Las criadas de Jean Genet) dos clases sociales manifiestan su odio a partir de un “gestus” regado con lascivia y ciclotimia.
Acto final: (Las tres hermanas de Anton Chejov) la tristeza hecha piel en el cuerpo de unas hermanas aisladas, carcomidas por el paso de las horas muertas.
 

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