miércoles, 10 de octubre de 2012

¿QUIÉN ES EL CULPABLE?, por Jorge Ferrera.

   La tarea del periodista de artes y espectáculos no difiere mucho a la de los otros periodistas dedicados a otras secciones.
  
   Parece ser que la gran mayoría de los críticos relacionados con el espectáculo están obnubilados por los medios de comunicación masivos, principalmente por la televisión. Será porque la pantalla chica está en todas partes y por ello multiplica, en forma considerable, las posibilidades de estrellato? ¿O será que nos proporciona un acceso inmediato, a cambio de la inmediatez de la fama? Quizás sean ambas cosas las que pasan por la cabeza del periodista de espectáculos.

   Lo cierto es que la televisión nos acerca, volviendo público lo privado, y por otro lado nos aleja porque se distancia de lo real, que es suministrado en pequeñas dosis (poca información importante, mínimo de conocimiento).

   Parte de la culpa de la decadencia televisiva la tienen aquellos que son los encargados de digitalizar la programación de los canales. Estos responsables -¿o irresponsables?- buscan la ganancia rápida que les proporciona la ocasión, a través de campañas publicitarias que tienen como principal objetivo distraer al gran público. Éste, último eslabón de la cadena, tiene sus motivos para buscar entretenerse, divertirse y relajarse ante la inmensidad de problemas cotidianos que se le presentan.

   La publicidad consigue hacer soñar, seducir, fascinar y otras veces hipnotizar las mentes humanas. Provoca además la desorientación del receptor, quien se ve estimulado a consumir aquello que le es presentado con mayor frecuencia; pero siempre hay un importante número de personas que se oponen a esa manipulación.

   Ahora bien, si toda distracción o "ruido mental" provocado por los grandes medios es considerado "comunicación", que quedará para lo realmente comunicativo.

   La realidad indica que la comunicación es todo intercambio que se produce entre dos partes, cosa que según mi opinión los grandes medios están lejos de conseguir.

   Volviendo al caso de la televisión, no desmentiremos la importancia del rol que cumple, pero aún está alejada de lograr aquellos objetivos que los televidentes merecen. No pretendamos que reemplace a la familia y a la Escuela en la construcción de la educación y del saber, pero sí debemos exigirle una mejor calidad de información y una mayor proporción de conocimiento; aunque para muchos aburra, otros lo considerarán formativo.

   Estas consideraciones pertenecen al campo de lo real y como diría Pierre Pachet, hay que "querer lo real porque es lo real,... tomarle el gusto a lo real porque lo real tiene gusto, es la escuela del gusto". El futuro sería otro si todas las sociedades lo tuviesen en cuenta.

   El verdadero periodista de artes y espectáculos deberá bregar por la transmisión de la cultura y del conocimento (sin que falte el entretenimiento) a un cada vez mayor número de personas, volviendo popular lo elitista siempre que fuera posible.

   Mientras tanto, los medios masivos de "comunicación" seguirán vendiendo "baratijas", y ofrecerán un falso afecto virtual que nos ayude a vivir.
                                                                Jorge Ferrera

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